martes, 15 de noviembre de 2016
El amor y el olvido alargan las distancias, el amor proteje su nido construído con ternura, el olvido camina persiguiendo las sombras del amor, ambos se mecen dilatando las noches de mutua soledad.
Pero acaso ¿existe el olvido? Sólo el amor y la eterna soledad de respirar tu ausencia, en esta noche que no acaba rumiando dolor en lontananza.
El dolor de tu ausencia se acumula en mi cama, la soledad es ahora mi eterna aliada, a veces siento tu aliento acariciar mi oído y tus manos tibias caminar por mi cuerpo, pero solo es un triste recuerdo.
Mi cuerpo vestido de luna añora tus besos, gotas de rocío desvanecidas en mi piel al influjo de tu boca .Y tu ausencia duerme sin velos en la soledad de estás sábanas heladas.
Sábanas heladas se acurrucan en mi cuerpo, la soledad busca un sitio en mi lecho, mientras tu ausencia ha dejado huellas rotas en mi piel esparcidas como espejos rotos llenos de ausencia
Blanco silencio de horas vacías en este cuerpo despojado de esperanza, nívea piel de invierno solitaria de caricia lejanas. Tan albo, tan frío, este dolor de llevarte clavado en mi pecho, y saber que tus labios distan tanto de los míos.
Siento tu boca acariciar mis labios, aún en la distancia, mientras me susurras dulces palabras y somos nuevamente un vendaval apasionado ,vertiginoso mar lamiendo mi playa rendida a tu amor.
Horas vacías que poco a poco se llenan con tu ausencia, es como un reloj sin tiempo en la memoria, que alarga sus brazos para recordarme mi soledad, mientras trato a cada momento de aferrarme a tus brazos.
En la distancia van muriendo los sueños que regresan en cabalgata lastimando con su nostalgia, las heridas se abren sangrando recuerdos.
Recuerdos, tristes recuerdos se acumulan y mi corazón sangra, cómo detener este tropel de caricias perdidas, cómo zurcir heridas, si eso no me enseñaste, como volver a caminar del brazo con la soledad.
No sé si podré enhebrar las horas desde el vacío, tampoco zurcir las estrellas en otro cielo, si quedé sin tus alas y con la quietud desangrándose entre mi pelo.
Tomaré las hebras de mi pelo parar intentar zurcir las estrellas de otro cielo,aunque nunca sabré si valdría la pena intentarlo, ahora sólo tengo mi mirada ausente, lejana, primero debo recoger los recuerdos para guardarlos.
Sangra mi alma rojas hebras de ausencia y en mis ojos se desvanece la luz de tu mirar,aquélla que alguna vez encendió mi piel de sutiles amapolas meciendo sus pétalos al ritmo febril de nuestros cuerpos, amándonos.
Amapolas que se dehojan en el ancho río de tu ausencia, sedientas de caricias tuyas.
Pero cómo guardar los recuerdos , si estoy sedienta de ti, tus caricias comienzan a caer heridas en mis manos, las aprieto contra mi pecho, palpitan, están vivas, no permitas que se deshojen dejos de mi vida.
No permitas que retazos de mi vida queden anclados en el puerto sin luces del olvido, deshojadas madrugadas en penunmbras donde nuestros ojos eran el faro brillante guiándonos en la senda,prisioneros del deseo, para saciar las ansias de bebernos la piel.
Tengo ganas de saciarme de ti, beberme a sorbos tu piel, estoy prisionera de tus caricias, de tus ganas de mi, no quiero anclar en otro puerto, no lo permitas amor, llévame contigo, soy el abrigo de tu piel, no puedes dejarme.
Llévame contigo amor, en un viaje sin tiempo ni espacio, allí donde solos podremos amarnos, como esos amantes eternos que dibujan en su piel arabescos de sueños impregnados del aroma de las magnolias que se cuelan entre los haces de la luna y descienden vertiginosas por los valles sublimes de la ilusión hecha abrigo en nuestros febriles cuerpos.
Llévame amor y en esta soledad de verbos nos perderemos donde el silencio hace su morada y el viento cuenta historias de amor.
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