Él deletreaba un poema en sus muslos con sus labios, y ella escuchaba.
Él dibujaba un mapa con sus dientes en su cuello, y ella lo observaba.
Él borraba las dudas de su mente con sus brazos, y ella asentía.
Él quitaba sus tristezas desde el lóbulo de la oreja con su lengua, y ella sonreía.
Él borraba las huellas de la soledad recorriendo el camino con sus dedos.
Y ella se entregaba.
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