A ti que me lees...
confidente de mis angustias..
de mis dudas, de mis alegrías..
A ti que compartes mis logros y sentimientos...
Da igual quien seas..
te he dejado abierto
este rinconcito de mi corazón, y tras la pantalla
accedes a mis mas íntimas sensaciones.


Gracias por acompañarme..

jueves, 12 de enero de 2017



En aquel rosal en el que se quedó grabada tu sonrisa, se quedaron unos pétalos germinando al sol de primavera.He recordado el rosal, y el amor que a tu manera todavía me sigues dando guardado en tus manos, escondido entre tus dedos, y sin connotaciones de olvido en tus palabras.
No sé si soy capaz de hacer una declaración de amor en unas letras, prefiero ya lo sabes cielo, decirlo en un beso, en un gesto, en el silencio completo que me deja tu ausencia y que además no duele porque me llena, y en la plenitud total que nos atrapa cuando estamos juntos.
Sí, una declaración de amor digo...porque el amor es una declaración de gestos que se refleja en la felicidad del otro.
Y eso eres tú, el reflejo de mis gestos.
Veo la dimensión de mis versos en tu mirada, el peso de nuestros sentimientos en tus dudas, la pasión de la piel en un no conformarse con el fin de una historia, que se ha quedado al lado del paso del tiempo ignorando los minutos que le han dado forma al pasado.
Pasado enlazando al presente y germinando como los pétalos escogidos por tus ojos...hacia el futuro, que en ti y tratándose de ti, siempre es presente.
Te declaro mi amor, por la reacción de mi piel al pensarte, por conseguir que pierda la noción del tiempo en pasado, presente y futuro, cuando tus labios traducen tus sentimientos en mi boca, por los surcos de urgencia que tus manos dejan en todos los pliegues de mi piel que otros ni siquiera han visto...por las lágrimas de emoción que ahora y en este instante me provoca sentirte y escribirte.
Porque conoces mi cuerpo mejor que ninguno, porque haces que sea del todo tuya cuando le tocas, porque sabes hacerme el amor con estrellas o sin ellas, porque eres el aroma de los recuerdos que nunca mueren estés o no estés a mi lado.
Porque te quiero y no te espero, porque te traduzco en medio de un mundo salpicado de engaños y prisas en el que siempre me esperas con calma...
Porque eres y soy, porque estás en mí, porque tu eres la declaración de amor que me hace escribir.
Y los pétalos se niegan a morir porque renacen cada instante en ti y en mí.
EN CADA CORAZON ARDE UNA LLAMA...
En cada corazón arde una llama,
si aún vive la ilusión y amor impera,
pero en mi corazón desde que te ama
sin que viva ilusión, arde una hoguera.
Oye esta confesión; te amo con miedo,
con el miedo del alma a tu hermosura,
y te traigo a mis sueños y no puedo
llevarte más allá de mi amargura.
¿Sabes lo que es vivir como yo vivo?
¿Sabes lo que es llorar sin fe ni calma?
¿Mientras se muere el corazón cautivo
y en la cruz del dolor expira el alma?
Eres al corazón lo que a las ruinas
son los rayos del sol esplendoroso,
donde el reptil se arropa en las esquinas
y se avergüenza el sol del ser hermoso.
Nunca podrás amarme aunque yo quiera,
porque lo exige así mi suerte impía,
y si esa misma suerte nos uniera
tú fueras desgraciado por ser mío.
Deja que te contemple y que te adore,
y que escuche tu voz y que te admire,
aunque al decirte adiós, con risas llore,
y al volvernos a ver llore y suspire.
Yo no quiero enlazar a mi destino
tu dulce juventud de horas tranquilas,
ni he de dar otro sol a mi camino
que los soles que guardan tus pupilas.
Enternézcame siempre tu belleza
aunque no me des nunca tus amores,
y no adornes con flores tu cabeza
pues me encelan los besos de las flores.
Siempre rubios, finísimos y bellos,
madejas de oro, en céltica guirnalda,
caigan flotando libres tus cabellos,
como un manto de reina por tu espalda.
Es cielo azul el que mi amor desea,
la flor que más me encanta es siempre hermosa,
que en tu talle gentil yo siempre vea
tu veste tropical de azul y rosa.
Mírame con tus ojos adormidos,
sonriéndote graciosa y dulcemente,
y avergüenza y maldice a mis sentidos
mostrándome el rubor sobre tu frente.
¿Yo nunca seré tuya? ¡ay! ese día,
oscureciera al sol duelo profundo;
mas para ser feliz sobre este mundo
bástame amarte sin llamarte mío

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