A ti que me lees...
confidente de mis angustias..
de mis dudas, de mis alegrías..
A ti que compartes mis logros y sentimientos...
Da igual quien seas..
te he dejado abierto
este rinconcito de mi corazón, y tras la pantalla
accedes a mis mas íntimas sensaciones.


Gracias por acompañarme..

lunes, 20 de junio de 2016

Cuenta la leyenda que el rey Elinas de Albión perdió a su mujer muy joven, y nada podía consolarlo. Para intentar olvidar su soledad salía cada mañana a cazar sin ninguna compañía. Un día, a mitad de la jornada, llevado por el cansancio se acercó a una fuente a beber. Una bella mujer de cabellos rubios y piel blanca estaba sentada en el borde de la fuente. La joven se llamaba Pressina y era un hada de buen corazón. Cuentan que el rey, nada más verla, quedó impresionado de la belleza de la joven y le pidió que se casara con ella.
- Me casaré contigo, noble caballero, pero tienes que prometerme una cosa. Nunca podrás verme en el momento de dar a luz, porque entonces me veré obligada a dejar tu presencia.
- Así lo haré, amada mía.
Y cuentan que se casaron y fueron muy felices. Llevaban muy poco tiempo de casados cuando ella quedó en estado, y el día del parto avisaron las doncellas al rey de que su mujer estaba dando a luz a tres hermosas niñas. El padre, llevado por la emoción, entró en la alcoba ante la sorpresa de su amada. En ese momento desaparecieron las cuatro, el hada Pressina y sus tres hijas: Melior, Palestina y Melusina, que se refugiaron en la Isla de Avalón.
Crecieron las niñas sabiendo que vivían pobremente allí cuando podían ser princesas, si no hubiera sido por el descuido de su padre, y desde muy pequeñas reprocharon a su padre el error que cometió.
Con los años este sentimiento se fue convirtiendo en odio y querían venganza. Incitadas por Melusina, las tres hermanas aprovecharon un descuido para encerrar a su padre en el Monte Braudelois, de donde no pudo salir. Cuando la madre supo lo que sus hijas habían hecho con el hombre que ella tanto había amado les echó una maldición. Melior fue encerrada en un castillo, condenada hasta el fin de sus días a proteger a un gavilán prodigioso, pero a pesar del encierro conservaba su belleza. Palestina no podía salir de una cueva en el condado de Barcelona. A Melusina le tocó la peor parte, la convirtió en serpiente de cintura para abajo y le dijo:
- Y tú, Melusina, por ser la instigadora del crimen cometido contra tu padre, tendrás que cuidar toda tu vida de la fuente sagrada. Puedes vivir si quieres como mortal, pero eso sí, todos los sábados la mitad de tu cuerpo se convertirá en serpiente, para que nunca olvides el mal que has hecho contra tu progenitor. Y podrás casarte si quieres, pero nunca podrá tu marido verte mientras estés en ese estado. Si alguna vez rompe esta condición deberás abandonarlo al instante y pasarás el resto de tus días convertida en serpiente.

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