A ti que me lees...
confidente de mis angustias..
de mis dudas, de mis alegrías..
A ti que compartes mis logros y sentimientos...
Da igual quien seas..
te he dejado abierto
este rinconcito de mi corazón, y tras la pantalla
accedes a mis mas íntimas sensaciones.


Gracias por acompañarme..

miércoles, 20 de julio de 2016

CUERPO MANCILLADO, ALMA VACÍA (6 MARZO 2015)


Por su cuerpo habían pasado otras manos que la habían acariciado, pero nadie había llegado hasta su corazón, ni se había detenido a conocer a fondo a la dueña de esos latidos que actuaban por inercia, no porque se sintiera amada de veras.


Las lágrimas habían brotado de sus ojos tiempo atrás, pero tal era su cansancio, que decidió que dejasen de fluir. Vivir pronto se convirtió en un hábito y, prometiéndose a sí misma que jamás amaría de nuevo, cerró a cal y canto las puertas de su corazón.


Su creencia era que, si conseguía poner cerrojos a sus sentimientos, sería feliz al fin, sin necesidad de pensar en nada ni nadie. Ella no quería parecer frágil ni vulnerable. Si por un casual llegaba a dar esa imagen, nunca se lo perdonaría.


De día, conseguía maquillar ligeramente esa sensación de soledad que habitaba en su alma de forma permanente. Por la noche, en cambio, la soledad le invadía. Durante muchos años, pese a sus arduos intentos, sollozó en silencio, pero con el tiempo dejó atrás sus lágrimas, o eso creía.


De puertas afuera, no quería que nadie se enterase de cuán vacía le resultaba su existencia. De hecho, acostumbraba a salir los sábados hasta altas horas de la madrugada, pero sin querer comprometerse con nadie. Su único pretexto era encerrarse el domingo en su casa, sin ganas de nada.


Su única compañía era una taza de humeante café y un cigarrillo a medio consumir, sustraído del paquete que había comprado la víspera, en la máquina de tabaco de alguno de los bares en los que había hecho acto de presencia la noche anterior.


Sin embargo, aquél no era un domingo cualquiera. El cielo estaba poblado de nubes grises, indicio claro de la tormenta que se avecinaba. No era lo único diferente: algo en ella había cambiado. Sintió de repente una necesidad imperiosa de salir a pasear.


Sin darse cuenta, las gotas de lluvia comenzaron a mezclarse con sus lágrimas. Así, fue plenamente consciente de que se hallaba sumergida en una existencia vacía, carente de sentido, encerrada en un cuerpo mancillado por unas manos que no se esforzaron en tocar más allá del encaje de su sujetador.


Debido a la terrible sensación de angustia dentro de las cuatro paredes que formaban su hogar, y a que temía que se le cayera la casa encima, se animó a modificar su rutina y pisar la calle.


Alentada por la lluvia que comenzaba a mojar sus cabellos, empezó a cambiar la percepción de su situación personal, reparando en el verdadero daño que había hecho a su corazón, impidiéndose a sí misma mostrar que en verdad tenía sentimientos.


Así pues,Rocio R De Luna gritó, sollozó y, por primera vez en muchísimo tiempo, lloró libremente. Por un instante, sintió que, como el ave Fénix, resurgía nuevamente de sus cenizas.


Por fin tomó conciencia de qué le pasaba y decidió dejar atrás aquella imagen de mujer fría, temerosa de mostrarse tal cual y ser herida una vez más. Al fin era libre de sí misma y de la careta que había fabricado para alejar a los demás.


Extendió sus brazos bajo la lluvia como un pájaro extiende sus alas al volar, y sonrió con un deje de amargura, mientras dejaba al mismo tiempo aflorar las lágrimas bajo sus ojos y parecía querer vislumbrar en ellos un destello de esperanza. Tal vez no fuese aún demasiado tarde.

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