Me diste a probar de la copa
amarga de tu ira,
creyendo que el vino negro
de tu palabra fundiría de un sorbo
la luciérnaga cristalina de mi verso..
Pero ya ves, aquí estoy con la miel
de los sueños rebosada..
respirando flor de lluvia en el éxtasis
de un palpito eterno..
Soy ninfa constante en el arroyo
del silencio, que bebe lentamente
del oro líquido del ocaso..
No me llames poeta,
pues yo vivo entre el barro y la niebla..
Porque llevo en mi pecho,
marcado a fuego lento,
el sello maldito de una eternidad
de ausencia..
Y no podrá jamás tu espuela
envenenada herir ni desangrar
ni una sola de mis liras..
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