viernes, 19 de agosto de 2016
Te nombro en el silencio de las cosas que he dicho,
en la piel que te atrapa, en distantes murmullos,
en los ojos cansados de un instante perdido
y en la mano agrietada, donde a diario te busco.
Te nombro sin querer, te encuentro sin motivos.
En la caricia ausente, en la mirada aciaga
del despiadado olvido, en este mar de calma
donde en sombras te veo y en tinieblas yo vivo.
Te busco en la alborada del angosto camino,
en el tremor de un pecho que sucumbe al embrujo,
en la magia disuelta de un presente abatido
y el efímero numen, del adiós el conjuro.
Te nombro sin nombrarte y en callar te consigo,
en el canto postrero de una noche agobiada,
en el vuelo de sueños de la brisa temprana,
y en los labios sellados, que te dicen dormidos.
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