A menudo,
son palabras que no escribo
los latidos que te nombran
en la sombra de mis mundos sin respuesta.
Sin embargo,
el letargo de mis años
se ha quebrado en tu sonrisa
y mi prisa te ha hecho cierta entre mi carne;
te ha hecho puerta a la pasión perdida
y herida donde hallarte viva y manifiesta.
A menudo,
te descubro entre miradas
y no hay nada más hermoso
que tus ojos pintados de arena
y esas venas cargadas de gozo,
que invitan y callan;
que arrasan y gritan;
que incitan y matan…
y resucitan.
A menudo,
te dudo y me derrumbo
y el mundo se deshace entre mis dedos;
porque temo a la noche que te borra;
al brazo que te olvida
y a esa vida que me tuvo
y te retuvo en lejanías;
a esos días de niebla y agonía
en que me supe errante,
moribunda;
habitante de un mundo sin poesía,
ni sangre,
ni palabras.
A menudo,
te busco y me delatas colgado de tu cuerpo,
desnuda;
marcado con los surcos
de una noche de locura y desenfreno
y me duermo en tu pies…
y te venero.
lunes, 31 de octubre de 2016
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