"Ésta noche voy a ti, con una mano en el pecho y otra extendida hacía las tuyas.
Inclino mi rostro y beso con gracilidad el tuyo.
Deseo permanecer a tu lado, sin importar lo que por delante aguarde o del pasado que nos invada.
Cuando los recuerdos atormenten tu ser, calmaré tu dolor. Tomando parte de el, estando a tu lado.
Cuando sonría, será por tu alegría que me brota.
Con lágrimas espero un día recitar el juramento que haré.
Ésta noche juro ante la luna que observa, que el día en que me aparte de tu lado. Las noches se estanquen, las estrellas se marchiten y la luna no aparezca.
El arroyo que transita por los bosques, guíe sus aguas hacía mi boca y sienta la amargura de mi pesar, si llegase a fallarte.
Que la tierra que nos asienta se parta en dos, me trague y lleve hacía la grieta más profunda y fría en la cual mi cuerpo yacerá inerte. Recibiendo los castigos del engaño.
Cuando la indiferencia se presente, las nubes se tornen grises, el cielo llore y un rayo me parta en dos.
El follaje que nos rodea vendrá hacía mí con ira y azotará mi cuerpo con sus helechos. Asfixiando con la hiedra más venosa pero no letal. Estaré atado y sufriendo con la corona de espinas que se me será impuesta. Cómo castigo a la traición que he perpetuado.
Lamento sentir lo que siento por ti, amarte cómo te amo, desearte cómo te deseo, extrañar cómo te extraño y vivir cómo quiero vivir por ti.
Ayer te quise, hoy te amo y mañana quiero descubrir lo que sentiré por ti.
El amor que hoy te confieso, es el amor que puedo darte.
Por lo más sagrado que nos rodea te digo, hoy te amo y por siempre te amaré."
Es ¡Sólo tu figura,
como una centella blanca,
en mi noche oscura!
¡Y en la tersa arena,
cerca de la mar,
tu carne rosa y morena,
súbitamente, Guiomar!
En el gris del muro,
cárcel y aposento,
y en un paisaje futuro
con sólo tu voz y el viento;
en el nácar frío
de tu zarcillo en mi boca,
Guiomar, y en el calofrío
de una amanecida loca;
asomada al malecón
que bate la mar de un sueño,
y bajo el arco del ceño
de mi vigilia, a traición,
¡siempre tú!
Guiomar, Guiomar,
mírame en ti castigado:
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.
ANTONIO MACHADO
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