martes, 8 de noviembre de 2016
PEÑARANDA DE BRACAMONTE - SALAMANCA - CASTILLA Y LEÓN LA LEYENDA DE LA CHARCA DE LAS BRUJAS
A mediados del siglo XV, el joven heredero del señorío de la villa da muestras de una maldad satánica. Rodeado de hombres degradados y mujeres libertinas, dilapida su fortuna en aplacar sus pasiones.
En el lugar que hoy conocemos como Charco de las Brujas se encontraba el castillo de los Señores de la villa. Era un buen refugio, puesto que estaba rodeado de fosos y contaba con torres muy fuertes. El joven señor, una vez dilapidada su fortuna, recurre a la trampa y al engaño, mostrándose ante la crédula población como un poderoso nigromante. Para ello, disfraza a su séquito de duendes y brujas que ejecutan extrañas danzas y fabulosos fuegos. El temor que inspira a los incautos pueblerinos le permite realizar raptos de las doncellas o casadas que le apetecen, llevándolas al temible castillo.
Un día rapta a una joven, novia de un estudiante. El padre de la doncella se encamina hacia el castillo con sus criados y amigos. Allí es derrotado por el Conde y su séquito infernal, que logran asustar y hacer huir a la pequeña hueste. Enterado de todo, el joven estudiante regresa a la villa y, disfrazado de trovador, se acerca al castillo y logra introducirse en él. El conde, a quien sus composiciones han agradado, le invita a quedarse. Su dulce novia casi no puede disimular la alegría. Un día, el héroe descubre un pasadizo que conduce al paraje cercano de Las Pocillas y, gracias a él, pide ayuda a su padre y al padre de su novia. Estos se presentan por sorpresa en el castillo a través del pasaje escondido. El estudiante y el conde luchan. Este último muere y el pueblo incendia el castillo y lleva a la cárcel de la villa al séquito del conde.
¿Leyenda? Quizá… pero si paseas por esos lugares, aún puedes contemplar restos del pasadizo y comprobar que el terreno no ha logrado recuperarse del pavoroso incendió que asoló todo. Además, en la entrada a la villa por ese sector se contemplaba La cruz de las viñas, recordando continuamente que lo verdadero es la religión y que hay que olvidarse de magias y supercherías que sólo llevan a engaño.
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