sábado, 19 de noviembre de 2016
Sólo treinta despertares con tu ausencia, y luego
tu carne convertida en pan-demonio
provocando mis instintos primitivos
extrayendo con soez delicadeza al cromañón
que se escuda detrás del intelectual hipermoderno
Sólo treinta madrugadas de levantar la persiana, correr las cortinas
y no encontrarte entre la luz
Hasta que tus números impares invadan mi cama
mi cocina, mis baldosas
y los dos juguemos a creer en las medias naranjas
y que los destinos
(porque son muchos, claro)
siempre supieron que ibas a venir
Sólo treinta insomnios maldecidos que acaparan
totalitarios
las horas que programé con antelación y alevosía
a descansar y conseguir algo de cordura
un poco, aunque sea
que me permita decirle NO a tu presencia
que incluye, inexorable, tu partida.
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