A ti que me lees...
confidente de mis angustias..
de mis dudas, de mis alegrías..
A ti que compartes mis logros y sentimientos...
Da igual quien seas..
te he dejado abierto
este rinconcito de mi corazón, y tras la pantalla
accedes a mis mas íntimas sensaciones.


Gracias por acompañarme..

jueves, 12 de enero de 2017

Desciendo de la estirpe celta nací y moriré en la cuna de los viejos druidas que adoraban las estrellas la luna y sus dioses y siempre como los viejos guerreros supieron retirarse al perder la batalla con honor
Hace frío y es de noche, noche de luna.
Es la hora de la soledad y del silencio entrañables.
Es la hora de perder-lo todo y quedarse con lo esencial:
el canto de un búho, el ladrido de un perro, lo íntimo.
Abro la ventana de mi cuarto y me asomo a la noche.
Levanto mis ojos al azul y cuento estrellas.
Una luna llena, hermosa y serena
tiene un beso de Dios en su frente.
Me baña con su luz de nácar, con su luz lechosa,
y veo en ella un embrujo de sueños y un mar de ilusiones.
Amo a la luna y me encanta mirarla a los ojos.
Su luz tenue no hace daño, filtra los rayos del sol.
Amo a la luna, señora y reina soberana de la noche,
y disfruto al ver las cosas en su papel suave de celofán.
Esta noche calmada he sentido el susurro de la luna:
Hermano mío, ¿por qué vives agitado y tenso?
Te veo perdido y solo, lejano y distante… no te veo.
¿Acaso ya no cuentas las estrellas de tu camino?
Abre los ojos, hermano, los ojos de tu corazón ciego
y déjate empapar por la luz suave de Dios.
Tal vez, hermano, antes de llegar a encontrarte con el sol
necesitas de mi luz para que no te duelan los ojos.
Entra en tu noche, hermano; has perdido la luz de la fe
y te has perdido en cosas que te amarran y esclavizan.
Mírate al corazón y te asombrarás y fascinarás
de ese Dios escondido que nos habita y engrandece.

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