La brisa en el tejado
azota sin cesar,
y como rauda flama
acicala el pasar,
el amor entre rimas
se adhiere al sentir,
con el deseo ufano
y la pasión de anís,
la imagen adherida
de la mujer hermosa,
en la estancia recita
rubores de ilusión,
y el placer se anexa
entre las venas arde,
matices y ardores
se meten con furor,
con la brisa pedante
las caricias abordan,
y los besos de seda
recorren como miel,
la distancia en rubor
es místico gemido,
y el suave dominio
del recuerdo mujer,
vaga atento con la brisa
y se mete en la piel,
como bálsamo ungido
en la morada infiel.
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