A veces la seriedad de un rostro y el silencio dicen más que las propias palabras. El mío no ha hecho más que gritar a través de mi mirada, la lucha interna de reflexión que esta última semana estoy teniendo conmigo misma. He de escoger que camino pienso seguir, uno me lleva a arriesgarme y continuar, el otro me ofrece una vía de escape rápida, una salida para no sufrir y dar la espalda a aquello que todos temen... enamorarse. Dudo que exista esa persona que, sin importar las adversidades, luche por mí hasta el final sin siquiera plantearse rendirse una sola vez porque está totalmente segura de que soy todo lo que quiere en realidad. A la gente de hoy en día le gusta demasiado lo fácil, lo que no sirve de nada ya que al final acaba siendo una batalla perdida. ¿Dónde está la persona capaz de hacer lo que sea por tenerme a mí y solo a mí a su lado? ¿Dónde estará ese hombre que a pesar de mi desconfianza luchará por que al final este junto a él, por ganarse mi corazón y demostrar ser merecedor del amor que tiene para dar sin pensar ni un solo instante en rendirse? ¿Quién tiene el valor de amar a una mujer de verdad, con sus cicatrices de heridas pasadas sin acabar por desviarse en el camino y correr a los brazos de aquellas que no han tenido ni la mitad de experiencia en la vida? La respuesta está clara, solo un hombre de verdad, hecho y derecho, con ideas tan firmes como los latidos de su corazón, que solo suspire por una mujer y camine hasta ella sin importar los obstáculos.
La verdadera cuestión de todo esto es:
¿Existe?
Estoy cansada de palabras con sabor a nada, de demostraciones que se quedan a medias y de los corazones que aman dañando a otros. Por eso voy a reflexionar seriamente si seguir en el camino que estoy hoy o coger la salida y no volver.