Enrojecen mis manos y mi cara,
por mis venas desliza tibio río.
Y suavemente, como si temblara
errabundo; mi pecho vaga frío. ..
Mi boca en su cascar ¡ay si cantara!
una bella balada; un canto mío.
Seria bermellón toda mi cara
porque Dios lo sabe: tu amor ansío.
Y de sentir, mi rostro ha enrojecido
ocultando en las noches su presencia.
Ya no tengo el sopor de la inocencia,
ni reparo de mi. Ya envejecido
le pido al buen Señor tenga clemencia
¡y socave del pecho mi latido!
No hay comentarios:
Publicar un comentario