domingo, 5 de junio de 2016
Un joven del caserío Korrione (en Garagarza), fue a la Kobaundi, situado en el monte Kobate. Allí se encontró con una lamia. Era una mujer muy bella, muchas más bella que las mujeres cristianas de estas tierras.
La lamia le prometió casarse bajo una condición: debería averiguar los años que tenía ella.
El joven consultó con una vecina el procedimiento para informarse de la edad de la lamia. La mujer quedó en que ella lo averiguaría. Se fue la mujer a Kobaundi. Se colocó de espaldas a la boca de la cueva, de suerte que, agachando la cabeza, asomaba la cara por debajo de las piernas. Apareció la lamia. Llena de espanto por lo que veían sus ojos, comentó:
-En los ciento cinco años que tengo, jamás he visto una cosa igual.
La vecina del muchacho, corrió a darle la noticia de la edad de la lamia. El joven pudo asegurarle su edad a la lamia:
-Tiene usted ciento cinco años.
La lamia se avino a casarse.
El joven partició su decisión a su madre, y ésta le encargó que observara los pies de la lamia. El joven los observó: sus pies se parecían a los de los patos. El pobre muchacho se llevó un gran susto y se puso enfermo. Al poco tiempo, murió.
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