Una cama pequeña para enloquecer las sábanas no es procesión
que se respete. Una cama pequeña es amor incondicional para uno
mismo, retrato del afecto para el ego, un solo apego, una sola sacudida
en la mañana. Una cama pequeña no alinea tu cuerpo y mis sentidos,
deambula sus cuatro costados como un temperamento solitario;
con una almohada grande tal vez podamos hacer algo: un giro
entre los aires y el escarchado techo, quizás una pregunta: ¿sabes
porqué nos demoramos tanto?
martes, 26 de julio de 2016
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