domingo, 30 de octubre de 2016
NO ME DIGAS ADIÓS
No me gustan las despedidas. De hecho, nunca me han gustado, y ahora menos. Desde siempre, he odiado la sensación tan inmensa de vacío que dejan en mí esas cinco letras.
Me ha costado mucho llegar al punto de mi vida en el que me encuentro a día de hoy, y no voy a permitir que una palabra tire por la borda todo ese esfuerzo y el amor que tú me haces sentir.
En cualquier caso, si llega ese temido momento en el que nuestros cuerpos tuvieran que separarse físicamente (Dios no lo quiera), por favor, no me digas "adiós", porque sentiría como si mi corazón se rompiera en diminutos pedazos.
Cada día que pasa, crece el amor que siento por ti, y cada vez me cuesta más tener que irme y separarnos, para regresar de nuevo a mi jaula, sin grilletes ni cadenas, pero jaula al fin y al cabo.
No pasa ni un solo instante en el que no piense en ti, en el que no cese mi deseo de compartir absolutamente contigo y de no tener que separarnos nunca más, mi vida.
Aunque no resulte sencillo de admitir, mis ojos se llenan de lágrimas cada noche antes de dormir, extrañando el calor de tu cuerpo contra el mío, la intensidad con la que me miras y el tacto de tu piel.
Sólo ansío que llegue el momento en el que ya no tengamos que vivir separados por más tiempo. Mi corazón te pertenece por completo, como a mí me pertenece el tuyo, sin miedo ni reservas.
Exprimamos, pues, cada minuto, vivamos al máximo cada segundo, toquemos el cielo con la yema de los dedos cada vez que estemos juntos y cuenta conmigo siempre, mi amor, pase lo que pase, pero, por favor, no me digas nunca "adiós".
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