A ti que me lees...
confidente de mis angustias..
de mis dudas, de mis alegrías..
A ti que compartes mis logros y sentimientos...
Da igual quien seas..
te he dejado abierto
este rinconcito de mi corazón, y tras la pantalla
accedes a mis mas íntimas sensaciones.


Gracias por acompañarme..

martes, 1 de noviembre de 2016

DÍA DE SANTOS / DÍA DE DIFUNTOS




“¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!” me gritó desde la rima LXXIII el libro de Bécquer que leía; tan fuerte fue su lamento que un estremecimiento me llevó a cerrar el libro, en mi mente aún retumbaba el verso: “Dios mío, qué solos se quedan…” “Dios mío...” pero entre el reiterado lamento percibo otras voces,… ¿qué oigo?... No, nada, no oigo nada, pero sí, sí las siento...vuelvo al libro, continúa el verso:

...”¡No sé; pero hay algo

que explicar no puedo”…

Buen amigo el libro, parece que, como si alma tuviera, ha captado mi confusión y me acompaña con ese “Que explicar no puedo”, luego es verdad: existe una realidad que explicar no se puede; tal vez si pongo atención a ese murmullo que oía en mi mente algo pudiera entender; empecé a percibirlo cuando repetía el verso que provocó todas estas sensaciones; lo repetiré pues y me abriré a la escucha interior, vuelvo a él:

“¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!” “Dios mío, qué solos se quedan….” “Dios mío…” …

-¿Quién ha dicho eso?!!! ¿Quién, desconociendo esta paz, se apiada así de nosotros? ¿”solos”? ¡No! ¡somos multitud! pero una multitud que no ahoga, una legión que no aplasta, una compañía que irradia paz!

Dejamos el estrépito mundano, abandonamos angustias y penas, quedaron olvidados los sufrimientos, cesamos en nuestra loca carrera sin, de verdad, saber qué buscábamos.

Hubo un tiempo en que locamente nos afanábamos, en que el cuerpo que teníamos nos pesaba y nuestra alma lloraba, pero ya todo ese mal terminó, cumplimos nuestra misión.

Hubo un tiempo en que compartimos vuestro mundo y por vosotros valió hacerlo; fuisteis nuestra razón de vivir, el empuje en cada amanecer, la alegría que paliaba las penas, el amor que confortaba el sufrimiento, el motivo de nuestra lucha, la felicidad en nuestra vida. Os dimos nuestra compañía , nuestro apoyo y nuestro amor y, plenos de ese amor que también nos disteis, volamos a otra dimensión.

Os dejamos, sí, ¡ese es nuestro único pesar! ¡Dios mío, qué solos se quedan los vivos! Pero no os sintáis solos, no! no nos veis pero estamos aquí, nunca os abandonamos y os esperamos; mientras, a vuestro lado tenéis aún a muchos a los que colmar de amor.

Y no lloréis por nosotros porque no estamos solos, no, nos acompaña vuestro amor, vuestro recuerdo y nuestra paz.

El ruido del libro dejado caer al suelo por mi cuerpo somnoliento me devuelve a la realidad; mi último recuerdo es el de un triste lamento pero, no sé por qué, ahora lo que siento sin embargo es paz, mucha paz……..

…. No sé, pero hay algo que explicar no puedo

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