Las hojas otoñales se dispersan en tus ojos
y el viento del estío se aleja en su navío
No hay tiempo en el tiempo sin tiempo ni relojes.
Las llamas cardenales aletean en tus labios
y el frío del lamento se congela en un momento.
Espacio sin espacio que despacio me acorrala.
Fragancia de jazmines que se arropa en tu silueta
y el colmo del ensueño me tortura entre tus sueños.
Abrigo sin abrigo y el silencio como amigo...
Estás y no estás, fantasmal, perturbadora:
como el aire que me asfixia y me revive
como el agua que me ahoga y me alimenta
como menta que marea y que acicala.
Y en la nada naufragamos
cada quién por su horizonte;
desfasados, alejados, aturdidos y embriagados
por un tiempo que no es tiempo sino inercia.
No hay sosiego para el ciego si sus ojos no te ven...
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