A ti que me lees...
confidente de mis angustias..
de mis dudas, de mis alegrías..
A ti que compartes mis logros y sentimientos...
Da igual quien seas..
te he dejado abierto
este rinconcito de mi corazón, y tras la pantalla
accedes a mis mas íntimas sensaciones.


Gracias por acompañarme..

jueves, 17 de noviembre de 2016



No me juzgues si no soy lo que queríasdistinta con ilusiones metas y fobias ..
solo soy una mujer….

No me juzgues! si al levantarte me quede…
Dormida, agotada, somnolienta, soy la primera
que se levanta y la ultima en volver a mi cama
a recobrar fuerzas porque las horas son más
largas para atenderte; mas cortas para mi en
retomar fuerzas para volver a comenzar.

No me grites ! si ves que no te oigo , es que estoy
Tan ocupada en hacerte sentir cómodo que
sorda, muda, desde hace rato, quede entre
los divanes de las penumbras allí me quede
silenciosa, observadora preguntándome como?
cuando? acompañada de ti ...sola me quede¡

No me grites ,,, No me juzgues , solo soy una mujer!

Te desnudaste frente a mí
Luna llena. En la fiesta algunos platicaron. Unos más tomaban y nosotros, tù y yo mirábamos cómplices la habitación. Tomé tu mano decidido. Rodeé la espalda y mis dedos tocaron esa tersa piel que estaba al descubierto ante tu escote del vestido azul que me encanta. Caminamos sin prisa pasamos inadvertidos. Tras la puerta sólo atiné a besarte. El ajetreo de afuera cesó y sólo los — te amo— que pronunciábamos se escucharon. Apagué la luz. Ví con claridad tu rostro. Serio. Tus ojos café, parpadearon lentamente. Tus labios entreabiertos permitieron ver una dentadura perfecta, cándida y esa lengua que me fascina jugueteé con la mía. Te abracé. Sentí tu cuerpo junto al mío. Besé lentamente tus hombros. Tus manos sobre mi cuello juguetearon con mi pelo. Poco a poco las dirigiste a mi camisa. La desabrochaste. Deslizaba lentamente el cierre de tu vestido hasta el suelo. Contemplándote semidesnuda. Levanté la mirada. Dirigiéndonos hacia la cama. Cuidadosamente. Eras tan frágil. Tan delicada. Quitaste sensualmente mi pantalón. Besé tus pies. Lenta y apasionadamente. Subí poco a poco hasta tu ombligo. Un remolino de emociones recorrieron mi cuerpo. Saboreándote. Mis manos rozaron tus piernas. Tus muslos. Tus glúteos. Besé tu pecho, con los ojos cerrados. Deseé nunca terminara ese momento. Emitiste gemidos de placer. Abrí los ojos y los tuyos cerrados. Sonriendo. Me acerqué a tu cuello —Te amo… sé mía— te dije y sonreíste. Asentiste con la cabeza. De pronto alguien derramo su bebida sobre mí haciendo saliera de mi utopía mientras observaba como bailabas con otro con ese vestido azul que a muchos nos encanta.

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