Te dejo una sonrisa dormida entre tu boca
y entre los bordes de tu almohada
para que cuando despiertes de tu letargo
no notes mi ausencia.
Quisiera abrir el ventanal de tu pecho
y dejar una rosa sin espinas,
traerte una nube de golosinas
y una nota de despedida...
Triste son las lágrimas
de unos parpados silenciosos
cuando no se sabe plasmar
el sonido del agua
en el lienzo de tu cara.
La tarde araña las agujas
de un reloj imaginario
y en el silencio de una lágrima
bañamos los deseos
que nunca hemos realizado...
La tarde agoniza en una despedida
sin un adiós, sin una respuesta dicha...
hoy el tren cargado de silencios
parte sin rumbo a una nueva estación.
jueves, 17 de noviembre de 2016
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