viernes, 19 de agosto de 2016
Sueño de una noche de verano. William Shakespeare.
[Teseo e Hipólita se disponen a presenciar una obra de teatro representada por “laborantes atenienses de manos callosas que nunca han trabajado con la mente, mas que ahora fatigan su inexperta memoria.”]
HIPÓLITA
No quiero ver agobiada a la humildad,
ni que sufra la lealtad por dar servicio.
TESEO
No verás nada de eso, amada mía.
HIPÓLITA
Ha dicho que no valen para hacerlo.
TESEO
Más bondad mostraremos dando las gracias por nada.
Nos distraerá tomar a bien lo que hacen mal
y, si fracasa la humilde lealtad, lo generoso
es valorar el esfuerzo, no el efecto.
Dondequiera que he ido, grandes sabios
me acogían con discursos preparados:
los he visto temblar, palidecer,
detenerse en medio de sus frases,
ahogar de miedo sus palabras ensayadas,
para, al final, quedar sin habla
y no darme la bienvenida. Créeme, mi amor:
escuché su bienvenida en su silencio
y su muestra temblorosa de lealtad
me decía tanto como la fluida palabra
de la elocuencia impertinente y atrevida.
El amor y la callada sencillez
si hablan menos dicen más, a mi entender.
Sueño de una noche de verano.
William Shakespeare.
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